Bianchi y la relación protagonista-periodismo

Por AIPS América

12 de febrero de 2012

Es un temita éste. Desde el debate argumentado y la discusión adulta, un caso lindo y apasionante como el fútbol mismo.

Por Horacio Galiano – hgaliano@teledeportes.com.py

En todo caso, desde la razón pero no como sinónimo de tener la verdad o convivir con ella, sino respecto a una esfera propicia para-pen-sar previo a emitir juicios de valor u opinión.

Carlos Bianchi (63 años), un ganador en todo como profesional y ni qué decir en Boca Juniors, dio sin querer queriendo un gran ejemplo sobre la situación que hay veces se vive diariamente acá en Paraguay, en China, en Argentina, etc.

Primeramente una incursión como la de la siesta de viernes generó una sonrisa, un ¡Mirá vos Bianchi cómo está de humor!, a través de una visión subjetiva, una sensación muy particular que se celebra puesto que es peor y más difícil soportar que el entrevistado se haya levantado mal de la cama o no haya dormido lo suficiente.

A renglón seguido queda el otro lado a ser apuntado, _y no criticado, al menos no por la crítica misma que es gratis, que cualquiera lo hace_ y analizado.

Que el periodismo deportivo pregunte es normal. E insistentemente, también. Es sinónimo de insatisfacción más que de tener mucho tiempo disponible. Sin embargo se llegó a un punto en el que los verdaderos protagonistas, que son presidentes de clubes, entrenadores y jugadores _o lo que es peor, adiestradores que durante su época de orfandad de equipos a dirigir ejercieron la función periodístico-deportiva_ pretenden enseñar.

Y su propósito en la mayoría de las intervenciones es no sólo corregir un dicho o frase sino orientar las inquietudes e incógnitas hacia el sitio que les resulta favorable.

Es cierto, hay preguntas y preguntas. Algunas cortas sin sustento, otras largas y aburridas, unas cuántas filosóficas más que futbolísticas, pero está también una comodidad inmensamente tangible del lado del declarante, que es casi el mismo mal en el que incurre en público: Exponer a un periodista por el tenor, forma, estilo o contenido de su interrogante.

“Hablemos de fútbol”, “no entiendo tu pregunta”, “preguntáme más despacio”, “preguntáme más rápido”, “preguntáme más fuerte”, etc, forma parte de una variada gama de planchazos que el comunicador generalmente sufre.

Bianchi hizo lo propio con la diferencia que exhibía una sonrisa digna del payaso Krusty, entonces ocurrió lo que es frecuente: El propio auditorio a carcajadas se reía. Y ese es otro problemita puesto que asumiendo tal postura obsecuente se cree que el señor después te podrá dar el equipo o brindar un mano a mano, o que le agradarás, algo todavía más impensado.

Lo ideal _o recomendable_ es establecer líneas claras, así como los del otro lado deciden días para hablar y otras medidas que no estamos para discutir _sino hay que acatarlas_ con relación al libre ida y vuelta. Es desagradable que el entrenador _o la función que cumpla_ escoja preguntas a ser contestadas o las reformule de acuerdo al estado en el que se encuentra o su conveniencia.

Mientras, quedan para las cámaras fotográficas y televisivas las risas que maquillan una relación que, por obligación, se les impone. Y ello raya el cinismo por la sencilla razón que ni bien se les habla del 4-4-2 o sicología de grupo, saltan preguntando dónde está el título de graduación o en qué equipo jugaste.

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