Paraguay, país que encuentra en el fútbol esa salida de emergencia a los problemas más agudos de la sociedad , está viniendo en picada debido a las explosivas y dañinas declaraciones de los principales dirigentes de este maravilloso deporte. Estos referentes, antes de buscar los mecanismos para eliminar la violencia entre hinchas, dentro y fuera de los recintos deportivos, le tiran más leña al fuego, llegando hoy a una situación extrema que está fuera de control. Si estos no se ponen el saco de verdaderos caballeros y tampoco se ajustan los pantalones a tiempo, el vandalismo y muertes por el fanatismo “perruno” irá creciendo aún más. Mañana ya no habrá extintor que pueda apaciguar la ola de criminalismo y la fiesta de cada domingo terminará en la hoguera de la muerte.
Por Julio Bonnin Cadogan – julio.bonnin@abc.com.py
En ese sentido, hay que reconocer que el arbitraje nacional no se encuentra en su mejor momento. Los colegiados son constantemente el blanco de críticas por parte de los presidentes de los clubes más prestigiosos de nuestro campeonato; Marcelo Recante del club Olimpia y Juan José Zapag, titular de Cerro Porteño. Con micrófonos en la boca, estas personalidades se han convertido en seres que atentan contra la integridad humana, hombres más peligrosos que “mono con gillete”. La gente que escucha las declaraciones de estos señores no se limita a un grupo reducido, sino que repercute en más de siete millones de habitantes, convirtiéndolos en verdaderos incitadores de la violencia.
Zapag, mandamás del equipo azulgrana, el 5 de febrero pasado, apenas iniciado el campeonato se despachó contra el juez Julio Quintana. Su equipo perdió 2 a 0 ante el Sportivo Luqueño.
“Hay que reconocer que no jugamos como la gente quiere, pero también tenemos el toquecito de los árbitros, pero tenemos un as bajo la manga, no hablo al cohete, no soy altanero pero veo la mano negra, se ve la mafia del fútbol, aquí hay un lado oscuro”, expresó J.J.
Luego de que Olimpia se haya consagrado campeón del torneo Clausura el 18 de diciembre de 2011, Zapag afirmó que lo hizo gracias a la ayuda arbitral, “porqué solos no llegaban”.
En la otra vereda, Marcelo Recante quien se caracteriza su verborragia y sin tener pelos en la lengua, el 16 de marzo se tiró contra el árbitro Antonio Arias y Horacio Cartes, presidente con permiso del club Libertad debido a su precandidatura para la presidencia de la República en el 2013. El encuentro salió 1 a 0 a favor del conjunto franjeado.
“Nunca en mi vida vi un robo tan alevoso y asqueroso como ejecutaron Arias, los dos líneas, y el cuarto árbitro. Estos árbitros fueron comprados por el club Libertad. Si Cartes quiere ser presidente de la República, que se olvide de comprar réferes contra el Olimpia. Porque con nueve les vamos a ganar, y encima después no le vamos a votar”, reprimió en dicha oportunidad el titular decano.
Ahora bien, ¿quién compra a quién?. Si tienen pruebas como alegan, ¿por qué no denuncian antes las instancias pertinentes?. ¿Dónde está el esfuerzo de cada institución para mantener sus planteles? ¿El prestigio y el honor?. Si es tan fácil ganar campeonatos comprando-alquilando- jueces, entonces que traigan el precio de bufete de árbitros y se pongan a luz todas las irregularidades y hechos de corrupción que afectan a ese órgano.
Sin lugar a dudas, la “compra de árbitros” se convirtió en el negocio más rentable del siglo XXI. Pero no para conseguir réditos económicos ni glorias deportivas, sino para crear estragos en la sociedad y ocupar primera plana en los medios de comunicación.
