El deporte paraguayo repite en los juegos panamericanos una ya conocida historia de figuras emblemáticas que surgen en las disciplinas individuales, saltan a la consideración, marcan una huella a seguir y se convierten en verdaderos arquetipos para las generaciones que le suceden.
Por Pedro García Garozzo – pggsport@cdfenix.com.py
El ciclo se repitió en los juegos panamericanos de Guadalajara con la primera medalla ganada por la representación guaraní. Fue en el squash, disciplina con una infraestructura sumamente elemental en el país, con un escaso por no decir nulo apoyo y con una supervivencia más que sacrificada.
En 1982, cuando Paraguay afrontó y ganó la final de la zona americana, uno de los miembros dirigentes de la comitiva, el doctor Carlos Raúl Gutiérrez, «descubrió» en las instalaciones del Tenis 13 de Laval, Quebec donde se disputaba la competencia tenística, un deporte desconocido. Con espíritu investigador e insaciable curiosidad, no sólo se enteró que se trataba del squash, sino que regresó munido de las reglas del juego, hizo contactos con dirigentes internacionales e inmediatamente en su club, el Yacht, impulsó la construcción de las primeras canchas.
Con el tiempo otra entidad, el CIT, también habilitó otras instalaciones y últimamente la Academia Seminario. Así comenzó a tener vida la disciplina en el Paraguay surgiendo una figura que pronto se constituyó en el mayor referente con vigencia hasta hoy en este deporte: Esteban Casarino, el más constante, meritorio y exitoso jugador nacional de todos los tiempos.
Pese a que los estudios primero y su actividad profesional después, limitaron su accionar en la cada vez más exigente escena internacional, Casarino sigue vigente y como premio a esa perseverancia, el domingo recibió la mayor recompensa a una carrera forjada con mucho esfuerzo: la medalla de bronce de la competición de dobles de los juegos panamericanos. La compartió con el más talentoso joven de la nueva generación: Nicolás Caballero, que casi podría ser su hijo (16 años) en un verdadero milagro deportivo.
Para Paraguay, esta presea es la sexta de la historia.
Pionero fue con bronce el taekwondista Eulogio Jara en Indianapolis 1987.
Los logros mayores se registraron en Mar del Plata 1995, donde llegó la plata con Edgar Baumann (atletismo) y Paola Viveros (taekwondo) y el bronce con el equipo de karate. En los anteriores juegos de Rio 2007 se obtuvo bronce en futsal. Y ahora en Guadalajara, llega un nuevo logro muy significativo porque representa además el puente de dos generaciones de figuras que nos permite sentir que ante el próximo retiro, Esteban Casarino encontró por fin en Nicolás Caballero, el destinatario ideal para recibir la posta.