En La Habana, el deporte más popular del país, es una fiesta

Por AIPS América

11 de abril de 2012

CUBA: DIA 2. “Todo cubano debe saber tirar, y tirar bien”. Esa es la inscripción rayada en un quiosco camino al estadio Latinoamericano de Los Industriales, el equipo de béisbol más popular de La Habana, al que unos 25 mil cubanos, acudieron la noche del martes (10 de abril) a alentar en su ya poco trascendental duelo contra Matanzas.

Por Carlos Fuentealba – carlosfuentealbav@gmail.com

El partido entre Los Industriales, el equipo más popular de la capital, y Matanzas, revelación del campeonato, se vivió con desbordante alegría en las tribunas.

La serie está ya decidida a favor de los locales, pero aún así, cerca de 25 mil forofos se agolpan en las graderías para alentar a los suyos. La razón: en Cuba, ir al estadio es una más de las actividades que se viven como algo más candente que una fiesta, como una rumba.

Prueba de ello son las múltiples banditas que trompetas, sonajas, maracas y tambores prenden candela entre los fanáticos del deporte más popular de la isla. Eso sin considerar al cuerpo de bailarinas que en los momentos más decisivos del encuentro roba las miradas de la enorme mayoría de hombres que asiste al estadio. Dirigidas por un hombre disfrazado de león, cual mascota de supermercado, las mulatas se menean al ritmo de la fiesta popular.

No hay barras bravas ni nada por el estilo; la máxima martiana de que “sólo la cultura construirá la libertad” permite que una cincuentena de policías, en cuello de camisa y sin cascos, sean meros espectadores del deporte.

Está prohibido beber alcohol en el estadio, porque habas se cuecen en todos lados y la competencia, conflictiva por antonomasia, siempre desata pasiones que la razón es incapaz de prever. Y así, de pronto, cuando un policía deja su rol de observador para sacar del estadio a un par que filtró una  botella de ron, la multitud reacciona espontáneamente con pifias que se transforman en aplausos, minutos después, cuando los uniformados dejan entrar de vuelta a los desubicados, previa promesa de comportamiento.

En la cancha el espectáculo es mediocre, o por lo menos así parece para quienes no entendemos un deporte tan estratégico como impredecible en sus tiempos y resultados. El marcador final, 3 a 1 a favor de Matanzas, corrobora esta apreciación y es el menos abultado de la jornada.

Aún así, el público ovaciona cada batazo (hit) que dan Los Industriales, pese a no transformarse en jonrones (home runs). Un murmullo generalizado se produce cada vez que Víctor Mesa, mánager del visitante, se pone de pie para dar instrucciones. Sucede que Mesa es toda una leyenda en Cuba, por haber rechazado una millonaria oferta de la Major League Baseball de Estados Unidos, la mejor del mundo, para quedarse jugando en la isla. Su caso es la antítesis de lo ocurrido con Yoeni Céspedes, un centerfield del Granma de Bayamo, que hace un par de años partió, por 36 millones de dólares, al Athletic de Oakland.

Los becarios de AIPS América en el Postgrado de Periodismo de La Habana, tras el segundo día de clases, asistieron a un juego de beisbol.

Ese patriotismo, arraigado en la idiosincrasia isleña, es el motor de sus logros deportivos: con más de 30 campeonatos mundiales y un tricampeonato olímpico, Cuba es la segunda potencia mundial del béisbol y éste es la única actividad capaz de rivalizar con las telenovelas en la audiencia televisiva.

En este país, el Estado financia a todos los equipos, divididos territorialmente, y mediante sus planes de cazatalentos, les provee jugadores que han sido entrenados desde los nueve años. No hay razones ni incentivos para que alguno se cambie de equipo en el camino. La mayoría hace carrera en su provincia y después de su retiro, son integrados al mundo laboral, como cualquier otro.

Según Antonio Díaz, jefe de prensa de la Federación de Béisbol de Cuba, “los equipos ya no quieren jugar contra los norteamericanos porque después no pagan”. Denuncia, incluso, que Cuba jugó a beneficio de las víctimas del huracán Katrina, pero nunca les fue certificado que el dinero reunido les llegara a los afectados.

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