Gotas de saber: Récords mundiales y la ODEPA

Por AIPS América

3 de enero de 2011

A la segunda edición de los Juegos Panamericanos, en la capital mexicana entre los días 12 y 26 de marzo de 1955, se les prestó mucha más atención participativa, sobre todo por la potencia mundial deportiva de Estados Unidos.

Por Enrique Montesinos (*)enriquemontesinos@hotmail.com  

Louis Jones y Ferreira da Silva, los mundialistas del atletismo 1955.


Por tal motivo y como consecuencia también de las condiciones de altura sobre el nivel del mar, favorable para los buenos resultados en las competencias de fuerza rápida, aparecieron récords mundiales en el atletismo, discreto en 1951, cuando fueron algunos tiradores quienes consiguieron cotas universales.

Sus autores fueron el canguro brasileño Adhemar Ferreira Da Silva, con estirón hasta los 16.56 metros en el salto triple (34 cm más que su propia primacía planetaria anterior), y del cuatrocentista estadounidense Louis Jones, quien desarrolló una trepidante vuelta al óvalo en 45 segundos y 4 décimas, para caer exhausto una vez traspasada la meta.

El moreno auriverde ya había sido monarca panamericano en 1951 y se convertiría tricampeón en 1959. En Juegos Olímpicos fue el amo en Helsinki 1952 y logró ceñirse también el laurel olímpico en 1956, en la lejana Melbourne, mientras que al norteño la fortuna le viró la espalda y apenas finalizó en quinto lugar en dicha cita australiana de los cinco aros.

No fueron los únicos recordistas del orbe, pues el ciclista venezolano Antonio Di Micheli los imitó con registro de 1:09.8 en el kilómetro contra reloj.

Dada la cercanía fronteriza, Estados Unidos se hizo presente en suelo mexicano con el más poderoso contingente deportivo reunido en un año no olímpico, criterio validado por la presencia de un gran número de campeones olímpicos y recordistas mundiales. Fueron los monarcas anteriores de Argentina quienes tuvieron que realizar una larga travesía a escenario ajeno y por supuesto todo cambió.

Al final el medallero fue más que claro, con 88 cetros dorados para Estados Unidos por apenas 27 para los albicelestes, quienes solo llegaron a 80 premios en total (27-33-20) por 184 de sus vencedores (88-58-38), destacándose los mexicanos por su condición de sede con una tercera posición basada en 17 de oro, 11 de plata, 30 de bronce y total de 58.

El nivel cualitativo de dichos Juegos aumentó tanto, que en el atletismo, por ejemplo, cayeron 25 récords para los Juegos en un total de 29 pruebas.

Y los estadounidenses dominaron dicho deporte con 20 de los primeros lugares, como también arrasaron en natación, levantamiento de pesas, tiro, gimnasia, esgrima y natación sincronizada, disciplina de nueva inclusión, igual que el voleibol, ambos en sustitución de las velas y el polo sobre césped, pues hubo la misma cantidad de 20 deportes.

Se preguntarán ¿qué hicieron los albicelestes?, pues en lo fundamental mantener la supremacía en boxeo, lo mismo que en remo, aunque presionados por Estados Unidos, país con el que volvieron a dividir honores en lucha. También ratificaron sus títulos en fútbol y polo acuático.

Los mexicanos lograron situarse a la cabeza del tenis, la equitación y el pentatlón moderno, además de que Joaquín Capilla volvió a ser el amo en las disciplinas de clavados.

Fuera de lo competitivo, se produjo una determinación histórica durante la celebración del Congreso Deportivo Panamericano: el nacimiento de la Organización Deportiva Panamericana, la actual ODEPA, en sustitución del primogénito Comité Deportivo Panamericano creado desde 1940 y encabezado por Avery Brundage.

El estadounidense se convirtió en 1952 en el flamante quinto presidente del Comité Olímpico Internacional, por lo que previéndose dicho ascenso, había sido relevado en 1951 de su responsabilidad continental por el ilustre mexicano José de Jesús Clark Flores, quien en este Congreso de 1955 pasó el estandarte de máximo directivo a otro norteamericano, Douglas F. Roby.

También en el entorno extradeportivo destacó la histórica presencia como fotógrafo en los II Juegos del argentino posteriormente guerrillero y comandante Ernesto Che Guevara, quien reportó con especial agrado para su país imágenes de las victorias albicelestes.

Brasil, Chile, Guatemala y Estados Unidos habían mostrado su interés por organizar los III Juegos, en 1959, pero las tres primeras delegaciones retiraron sus solicitudes en favor de la cuarta, elegida por unanimidad con la propuesta de Chicago.

Los Juegos Panamericanos, desde entonces —y hasta finales del siglo XX— comenzaron a ser considerados deportivamente como los más relevantes después de los Juegos Olímpicos.

* MÁS GOTAS DE SABER

—A Ciudad México 1955 acudieron tres países participantes más (22) y también se produjo un incremento pequeño en el número de competidores (2 583). Debutaron representaciones de Antillas Holandesas, Bahamas, Canadá, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay (6), en tanto Haití, Nicaragua y Perú no repitieron su presencia.

—En la majestuosa Ciudad Universitaria no solo se instaló la Villa Panamericana, pues sus instalaciones también sirvieron para las competencias.

—El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Adolfo Ruiz Cortines dejó inaugurados los Juegos durante una ceremonia iniciada a las cinco de la tarde del día 12 con la presencia de 100 000 espectadores.

—El fuego no vino esta vez desde la milenaria Grecia, sino que se caracterizó con un tono de americanismo autóctono, al tener su origen en el mexicano Cerro de las Estrellas, legendario enclave donde los aborígenes lo renovaban con un ritual al comenzar cada nuevo siglo, de acuerdo con el Calendario Azteca.

—El dominio norteamericano en la gimnasia se extendió a once títulos de doce, con siete de ellos acreditados a la familia Beckner, cinco para John y otros dos para su hermano Richard.

—En natación la estadounidense Wanda Lee Warner, de apenas 14 años, quien por cierto nunca fue olímpica, se convirtió en la máxima ganadora, con oros en 200 metros estilo libre y los relevos 4×100 de libre y combinados, así como una plateada en 100 libres, con el mismo tiempo de la ganadora canadiense Helen Stewart.

—En los deportes colectivos tuvo amplia repercusión la ausencia de Cuba en béisbol, por tratarse de una potencia mundial en el deporte de las bolas y los strikes y debido a problemas económicos, llevándose el título la novena de República Dominicana.

—Estados Unidos volvió a dorarse en baloncesto, aunque encajó una histórica derrota ante los argentinos (53-54), quienes no pudieron coronarse por un revés ante Brasil. Pero en el femenino el éxito norteño fue invicto, igual que en el también debutante voleibol masculino, en tanto las mexicanas dominaron entre las muchachas de la malla alta.

(*) Primer vicepresidente de AIPS América y autor del libro Juegos Panamericanos, desde Buenos Aires 1951 hasta Río de Janeiro 2007

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