Gotas de saber: Tras la tempestad, Juegos exitosos en Indianápolis’87

Por AIPS América

10 de enero de 2011

Espesos nubarrones con matices un tanto extradeportivos amenazaron con empañar la celebración de los X Juegos, aunque en definitiva tuvieron lugar en Indianápolis, Estados Unidos, entre el 8 y el 23 de agosto de 1987.

Enrique Montesinos (*)enriquemontesinos@hotmail.com

Tres protagonistas legendarios en Indianápolis: Carl Lewis, el Hijo del Viento; Oscar Schmidt, el bombardero de las cestas; y Silvia Poll, la sirena de las piletas.

Otro largo debate se desarrolló en torno a la sede de dichos Juegos, que en apuntes de esta índole solo pueden ser tratados sintetizadamente. Primero se produjo la reincidencia por parte de la ODEPA de concederlos a Chile, donde permanecía el mismo Gobierno que los había rechazado para originar aquella crisis de la séptima edición en 1975, el cual… ¡nuevamente renunció!

Ecuador, en condición de subsede, no pudo satisfacer los requerimientos económicos para ofrecerlos y comenzaron a aparecer las “ofertas de salvamento”. Entre las aspiranturas, la de La Habana, capital cubana, parecía la más segura cuando se produjo una maniobra a espaldas de su dirigencia deportiva que los otorgó a Indianápolis, otra fuerte candidata.

Cuba protestó y además sostuvo con firmeza que era indispensable presentarle disculpas para intervenir en unos Juegos que consideraba arrebatados. En 1986, ante la indiscutible repercusión negativa que tendría la anunciada ausencia, y luego de contactos previos, el Comité Olímpico de Estados Unidos y la ODEPA presentaron por escrito excusas a la Isla, a la vez que dieron garantías de respaldo a la candidatura cubana para los Juegos de 1991.

Tras el amistoso gesto se esfumaron los obstáculos de peso para que la Mayor de las Antillas asistiera con todo su potencial deportivo a la sede estadounidense, pues también previamente La Habana recibió el crédito oficial como siguiente anfitriona.

Hubo 31 deportes en el programa más abultado de todos hasta ese momento, que incluyó 321 pruebas premiables en lugar de las 295 del anterior certamen. Concurrió la cifra tope de 38 naciones, con otra nueva marca de 4 453 competidores.

Durante la primera semana la carga de deportes fue enorme: hasta 23 batallando simultáneamente en una misma jornada, verdadera complicación para los organizadores y hasta para la prensa.

Los levantadores de pesas cubanos arrasaron con 25 medallas de oro de 30; Lourdes Medina fue la reina en la gimnasia rítmica, nuevo deporte; los gladiadores también se coronaron en el cómputo de la lucha libre y grecorromana, en tanto el atletismo no abandonó su papel protagónico con la presencia de un concierto de estrellas y récords.

Jackie Joyner-Kersee igualó el récord mundial en salto de longitud con 7.45 metros, en tanto su compatriota Carl Lewis, aquel jovencito de 1979 ya convertido en el Hijo del viento, registró 8.75 en la misma especialidad, una de las cotas más brillantes de todos los tiempos. La cubana Ana Fidelia Quirot no perdió brillo por eso, pues resultó espectacular su dupleta en 400 y 800 metros —como Juantorena en los Juegos Olímpicos de Montreal’76—, además de su carrera en el último tramo del bronceado relevo de 4 x 400.

Nada menos que diez de los doce títulos disputados sobre el cuadrilátero boxístico fueron a manos de Cuba, para un nuevo hito en el contexto. Memorable fue también el éxito en béisbol, quinto consecutivo tras vencer a los anfitriones en duelo de batazos, 13 carreras por 9. No puede obviarse que la potente novena local había superado a Cuba en la fase clasificatoria.

Béisbol y boxeo, parte de una trilogía de deportes completada con el baloncesto (m), constituyen la médula del gusto estadounidense en el marco de los Juegos, más el orgullo deportivo de los anfitriones quedó herido al sucumbir también bajo las cestas, pues el quinteto de Brasil, liderado por su portentoso canastero Oscar Schmidt (53 puntos), se llevó la corona al imponerse en un espectacular choque decisivo, 120 por 115).

Sin embargo, después de una gran batalla en cinco sets, los de casa lograron una contundente victoria frente a Cuba en voleibol varonil, lid que no ganaban desde 1967.

Argentina, gracias a las potentes piernas de José Luis Lozano, capaces de conquistar nada menos que cinco doradas, descolló en la justa de patinaje, deporte de vuelta en el programa, con lo que pudo reverdecer laureles en la tabla general de medallas. Los albicelestes ganaron la primera aparición del hockey sobre césped para damas, aunque volvieron a ser superados por Canadá en el torneo masculino.

En la natación femenina la gran estrella fue la costarricense Silvia Poll, de ancestros alemanes, quien además de alcanzar tres títulos, suma inédita para un nadador no estadounidense, logró o colaboró en otros tres premios plateados y dos bronceados para propulsar a su pequeño país hacia una décima ubicación general sin precedente (3-4-4=11).

También en la pileta otro hecho sobresaliente corrió a cargo del surinamés Anthony Nesty al ganar con récord los 100 metros estilo mariposa: impidió que Estados Unidos arrasara en las 16 finales masculinas, constituyó la primera victoria de su país en la historia de los Juegos, e igualmente probó que la pigmentación de la piel no es determinante para convertirse en un gran nadador.

Brasil dominó en el judo y al fin obtuvo un título de fútbol en solitario. Y no se puede dejar de mencionar la quinta victoria consecutiva del voleibol femenino cubano.

En el recuento, debe notarse que para nada constituyó una sorpresa la retención de la cima del medallero por parte de los anfitriones, si bien resultó impresionante su copo de 168 metales dorados, ya que consiguió presencia masiva en la cita de sus más calificados atletas debido al carácter doméstico de la misma. Sin embargo, vale destacar que Cuba no solamente volvió a liderar el deporte de América Latina y se mantuvo en el segundo escaño, pues ofreció otra demostración cualitativa de altos quilates para un país pequeño, fijando esta vez en 75 el número de campeones continentales, apenas cinco menos que cuatro años atrás.

*MÁS GOTAS DE SABER

—El total de 369 medallas de Estados Unidos (168-118-83) fue el más abultado hasta entonces y el segundo más prolífico en las quince ediciones celebradas hasta la fecha. El cubano de 175 (75-52-48) superó por una el anterior de Caracas’83.

—Otras posiciones distinguidas de la tercera a la sexta correspondieron a 3-Canadá (30-57-75=162), 4-Brasil (14-14-33=61), 5-Argentina (12-14-22=48) y 6-México (9-11-18=38).

—Las medallas de oro entregadas en total ascendieron a 326, cinco más que las pruebas oficialmente convocadas, pues la reglamentación vigente en la época permitía premiar en levantamiento de pesas los empates y hubo cuatro en dicho certamen, más un quinto en velas.

—El cubano Javier Sotomayor, titular mundial juvenil el año antes, comenzó en estos Juegos su trayectoria campeonística panamericana, con 2.32 en las alturas, en tanto el coloso estadounidense del clavados, Greg Louganis, se despidió con una senda legendaria de seis coronas en trampolín y plataforma.

(*) Primer vicepresidente de AIPS América y autor del libro Juegos Panamericanos, desde Buenos Aires 1951 hasta Río de Janeiro 2007

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