Aplicar la tecnología y mejorar los arbitrajes

Por AIPS América

10 de septiembre de 2011

Nadie podrá escapar de la justicia divina. La de los hombres no siempre cumple su función. Pero hoy que la tecnología presta un servicio invalorable a las causas nobles, no se puede prescindir de su ayuda.

En los deportes posiblemente la más delicada y dificil de las misiones es la de los árbitros. A diferencia de quienes imparten justicia en los tribunales ordinarios en la sociedad, y disponen de todo el tiempo para hacerlo, con todos los medios de consulta para las investigaciones de los hechos, el estudio de doctrina y la tarea de analizar, comparar, discernir y finalmente emitir un fallo, que algunas veces tarda años, los referees en los diferentes deportes deben resolver los casos en un juego en fracción de segundos. Los riesgos que corren al proceder en forma tan acelerada, son superlativos. Y si tomamos en cuenta por otra parte lo que dice el refrán que errar es humano, no se puede ser lapidario en la crítica de sus actuaciones.

Sin embargo, hay veces en que saltan a la vista injusticias superlativas, que nos hacen reaccionar olvidando todo lo antes expuesto en el ejercicio evaluativo de los acontecimientos.

Pasó de nuevo en el preoliimpico de baloncesto de Mar del Plata, cuando el juez dominicano Reynaldo Mercedes, cometió un grosero error que evitó lo que pudo ser el histórico primer triunfo de un seleccionado paraguayo de baloncesto en esta gran justa internacional, a la que asiste por primera vez, siendo el participante número 16 de la historia de la competición que cumple su edición número nueve.

A falta de cuatro segundos para el final del partido, el pivot guaraní Guillermo Araujo se adelantó a la defensa de Rubén Garcés de Panamá y justo en el momento en que iba a lanzar, desde atrás y con abierta intención de impedirlo sin tener chance de llegar al balón, el atleta centroamericano le cometió falta intencional lo que se pena no solo con dos tiros libres sino con reposición posterior a favor del equipo que sufre el personal. Panamá ganaba por solo dos puntos de diferencia.

El colegiado empero solo dio dos libres,considerando desacertadamente a la infracción como normal, no intencional. Se generaron discusiones, se puso tenso el ambiente. Y la carga de responsabilidad del ejecutante se multiplicó al máximo. Araujo que no suele errar tiros libres, malogró ambos. El saque fue para Panamá y aunque se cortó su avance con falta en un ultimo intento paraguayo ya fue inevitable la caída incluso por un simple más de diferencia, cerrando el marcador 89 a 86 a favor de los del istmo.

Fue un gran golpe para un equipo que hizo un supremo esfuerzo para llegar hasta Mar del Plata, que se preparó con sacrificio y con una inversión inédita de la Confederación Paraguaya de Básquetbol en un largo proceso de adiestramiento que incluyó la venida de un entrenador europeo de nombradía como el profesor Arturo Alvarez.

Lo más triste del caso es que mientras se discutía la decisión erronea del arbitro, en el mismo estadio se veía a cada rato la jugada de la polémica, en la que se apreciaba sin lugar a la más mínima duda, la gruesa equivocación arbitral.

El señor Mercedes quedó impune, aunque todo el estadio veía hasta el cansancio cómo se repetía en las pantallas gigantes su tremenda equivocación. Pero las propias reglas vigentes, ya no le permitían dar marcha atrás.

Curiosamente el basquetbol, deporte quizá que más ha evolucionado desde su creación  para ser más atractivo y justo, carece aún de lo que otros deportes poseen: el ojo de halcón, el sitema tecnológico basado en imágenes visuales y mediciones de tiempo que facilitan cámaras de video de alta velocidad, que tan buenos resultados está dando en el tenis, el criquet y el rugby por citar a las disciplinas que ya utilizan este procedimiento en forma regular, especialmente en los grandes torneos internacionales.

Abrigamos la esperanza que un deporte tan hermoso como éste, que como decía un ex presidente de la Confederación Paraguaya de Básquetbol y miembro FIBA Gerardo Fisch, es el único que se juega con la mirada fija hacia la altura y alzando los brazos al cielo, como reverenciando a Dios, encamine soluciones a estos problemas para estar más acorde con ese supremo valor divino y humano que se llama justicia.

Si el baloncesto dejó atrás la retención ilimitada de pelota en los tiempos de vigencia del sistema del número ocho (rotación rotativa de jugadores a puro pique y pases describiendo la figura de ese número sin control de tiempo), así como tambien creó la regla del triple, de los 30 segundos primero y los 24 despues como máximo tiempo de dominio de pelota por parte de un elenco, siendo una de las disciplinas más dinámicas en cuanto al perfeccionamiento de sus reglas, confiamos que decida cuanto antes (como ya lo hacen otras modalidades) apelar a la tecnología en beneficio de mejores arbitarjes.

Por Pedro García Garozzo – pggsport@cdfenix.com.py

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