Opinión: Centro al área

Por AIPS América

5 de mayo de 2025

 Escribe, Nestor Díaz.

Un pincel en los pies.

   Cuando se habla de pincel, nos referimos a un instrumento que traza líneas milimétricas, ondulaciones, figuras, para formar una pintura, un lienzo de acabado deslumbrante ante los ojos de cualquier mortal con exquisito gusto por tal arte. Es precisamente lo que encarna “el pibe” Valderrama en el balompié mundial.  “Pibe”, apodo colocado por el entrenador de su padre, el argentino Rubén Deibe, cuando apenas era un niño. Con sus botines sobre el gramado dirige una orquesta; cuando conviene cierra el telón, cuando no, lo abre, para dar cabida a un baile orquestado con la de cuero. Es de esos futbolistas que marcan la diferencia; no necesitan correr para acercarse al arco rival. Su visión panorámica del juego, el talento en sus pies para lanzar pases y su destreza para “mandar a comprar pan” lo enmarcan entre los mejores creativos de todos los tiempos. El César Cueto colombiano. Es uno de los 15 atletas con más asistencias de la historia del deporte rey.

    Una escena que jamás olvidarán los de la tierra de García Márquez es el respirado aquel 5 de septiembre de 1993, cuando en Buenos Aires la selección “cafetera” se impuso con una goleada 5 a 0 ante los argentinos; las dianas las convierten Freddy Rincón (doblete), Faustino Asprilla (doblete) y Adolfo Valencia, que selló una noche mágica para “la tricolor”. Son las eliminatorias para el mundial de Estados Unidos ’94; a los “rioplatenses” se les escapaba la cita y la hinchada “mapocha” sueña con barrer, gustar e imponer su desequilibrante juego en tierras “yanquis”. “El pibe” Valderrama es fundamental en aquella victoria, claro que lo flanquean deportistas de calidad superlativa, pero él es el director de la película. En los camerinos, luego del encuentro, entre celebración, un actor desliza: ¡Ahora nos van a pedir ganar el mundial! Coincidentemente, en aquella fiesta mundialista, pisan la alfombra roja brillantes selecciones; y es otra historia.

   Dentro del citado partido frente a Argentina, el propio ariete de melena rubia cuenta una anécdota íntima con “el Tino” Asprilla: “El profesor (Francisco Maturana) dio la charla en el hotel y nos fuimos para el estadio. En el bus todo el mundo tiraba vainas y nosotros concentrados en el partido. Llegamos al camerino; a mí no me gustaba salir al principio. Todo el mundo equipado, yo pendiente de los compañeros y el Tino siempre a mi lado; ese día no: Erda, y Fausto ¿dónde está? Empecé a buscarlo si estaba en el baño y me asomo por la claraboya; el estadio lleno y lo veo en el centro de la cancha con el celular. Y digo: «Este hijue… está hablando, mientras nosotros aquí presionados y él relajado allá«. «Oye, Fausto, ¿qué es la vaina tuya?», le dije. Y Asprilla me contestó: “Usted me pone dos, yo meto dos. No se preocupe por mí, que yo estoy bien; póngame dos goles, que yo meto dos”. Y así fue, perforó dos veces la red, siendo la figura estelar. Faustino Asprilla reflexiona agradeciéndole: “Me convirtió en mejor futbolista porque yo sabía que no podía errar. Tenía ese mono (llámese así en Colombia a los rubios) que me enseñó a ser competitivo, a mejorar cada día”. 

   Con el privilegio de contar con un pincel en los pies, se pasea por las canchas con las medias a media pantorrilla. Ni los árbitros se atreven a recomendarle que las suba. Ante la curiosidad de los periodistas por el motivo del modo de usar las medias, Valderrama, con tono caribeño, provoca la risa y el titular del día: “Ajá, porque soy un jugador de clase media baja”. Por otro lado, en una entrevista con Luis Omar Tapia (el mejor narrador deportivo de TV paga), comenta en la que estuvo en riesgo su graduación: “Termino bachillerato, y yo con el afro así. Mi papá le decía a mi mamá: «¿Este man qué?» ¿Qué va a estudiar? “¿Dónde van a aceptar a este man con esa vaina?” El rector no le entregaría el diploma si no se cortaba el cabello. Cuando su padre lo llevó al peluquero, el estilista lanzó: “Pibe, ¿en serio te vas a cortar esa vaina?” y él respondió: “No, qué me voy a quitar esta nota”, por lo que se limitó a arreglar la melena. Cuando arribó el día, el director no tuvo más remedio que entregarle el cartón, con un apretón de manos y unas palabras: “Joda, usted no hace caso”. Y tras la foto de rigor le refutó: “¡No vengas más!”. Este profesor no sabía que estaba frente a una futura estrella global; quizás se dio cuenta muy tarde cuando no cabía la opción de un “¡Regresa, te esperamos!”. 

   Entre títulos ganados con varios clubes, “El Pibe” participó en los mundiales de Italia 90, Estados Unidos 94 y Francia 98. Considerado por el propio Pelé, fue incluido en la lista de los mejores jugadores del siglo por IFFHS en 2004 y ha sido galardonado con el título al Mejor Futbolista de América en dos temporadas, en 1987 y 1993. Es el primer colombiano en ingresar al Salón de la Fama del Fútbol. Una postal para la eternidad es aquella en el mundial del 98, cuando David Beckham corrió a pedirle la camiseta a Valderrama, en señal de respeto y admiración. Santa Marta vio nacer a Carlos Alberto Valderrama Palacio, de familia futbolera, un 2 de septiembre de 1961. En aquellas playas conoció el fútbol y es allí donde germina la zaga. ¡Centro al área y tú tienes el balón!

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