Tenía que estar en Asunción haciendo uno de los cientos de partidos que controló como veedor a nivel de la Conmebol. Una tos pertinaz y compleja lo dejó por Montevideo, advertido por su hija, según me contó, que no debía viajar. El médico lo internó para tratarlo. Estaba recuperándose, pero su corazón enorme, tan grande como Quique, no quiso seguir.
Por Ernesto Ortiz – eortiz@adinet. com.uy
Quique se fue de viaje, a controlar otro partido en otro Estadio.
Nos dejó así, sonriendo, dando instrucciones, de cómo había que hacer algunas cosas que ya tenía encargadas por el Presidente Bauzá. Ilustrando mientras charlaba, todo lo hacía así, lo difícil lo complejo, lo que generaba contradicciones, lo arreglaba sencillamente.
Enrique Bellomo, fue un grande, que a todos nos enseñó, nos instruyó y nos marcó una manera de hacer las cosas, muy natural y eficaz; siendo amigos.
Todo lo hacía amigablemente, alentaba, animaba, estimulaba, sabía poner caras para decir sí y no sin decirlo. Poseedor de una inteligencia emocional admirable.
Quique se fue de viaje, se lo llevó su corazón, pero su alma de colaborador infatigable y amigo afectuoso, entrañable y verdadero quedó en cada rincón de la Asociación.
¡¡¡CHAU QUIQUE!!! ¡¡¡HASTA SIEMPRE BELLOMO!!!