Los cuatro años y medio de Gerardo Martino al frente de la selección paraguaya alcanzaron picos tan altos cono la clasificación al Mundial 2010, los cuartos de final en dicha Copa del Mundo en Sudáfrica y la final de la Copa América Argentina 2011, que será muy difícil encontrar detrás de ellos hechos que den lugar a objeciones a su tarea.
Por Gabriel Cazenave – gabriel@abc.com.py
Pero justamente no haber podido lograr uno de sus objetivos, motivó el alejamiento del entrenador argentino, pocos días después de haber jugado una final de América. Esa meta consistía en lograr que el equipo paraguayo luciese más estéticamente en lo futbolístico, de modo que sus éxitos no tuvieran que quedar sujetos solo al sacrificio físico de todos y los aciertos plenos de su sector defensivo, como en Sudáfrica y Argentina, salvo las excepciones que siempre existen en toda regla.
Martino impuso el pressing y el intento de recuperar la pelota con sorpresa en terreno rival, pero nunca consiguió hacer que Paraguay jugase con la pelota al piso, que impusiera su presencia en la cancha con la tenencia del esférico, pese a que lo intentó, incorporando por ejemplo a jugadores como Jonathan Santana y Néstor Ortigoza, hijos de paraguayos nacidos en la Argentina, que jugaron los últimos años para la Albirroja.
Admitiendo su fracaso, Martino se fue y Francisco Arce tomó la posta. Este, un defensor férreo del buen juego, que obliga a la salida limpia hasta al más rudo zaguero, logró resultados inmediatos en la puesta en práctica de su idea y los resultados, en los amistosos jugados en Panamá y Honduras, selecciones a las que venció de visita sin recibir goles.
Pero una cosa son los amistosos y otra los juegos donde los puntos están en juego, como serán los de las eliminatorias para Brasil 2014.
Allí estará la verdad.