Por: Valentina Flórez – Aips Young Reporters
TALCA, 7 de octubre. No se trata solo de su carrera profesional, de su futuro en las canchas o de cómo se visualiza dentro de diez años en el deporte. Se trata de esa pasión profundamente arraigada en su legado, en su sangre, en sus orígenes; de aquello que vio en su padre desde sus primeros años de conciencia.
David De Ornelas, integrante de la selección nacional de Noruega, con apenas 17 años disputa la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Chile 2025. Su mayor inspiración: su padre, Fernando De Ornelas, exjugador venezolano nacido en Caracas, quien representó a La Vinotinto durante ocho años (1999-2007).
Aunque David nació en la ciudad de Skien, Noruega, guarda un profundo cariño por el país latinoamericano de donde provienen sus padres.
“Amo Venezuela; he estado allá muchas veces. La comida es deliciosa y la gente es muy amable”,
dice el extremo derecho de la selección noruega.
CAMBIO DE CAMISETA
David jugó para la Sub-15 de Venezuela y posteriormente para la Sub-17 de Noruega hasta 2024. Fue entonces, gracias a su talento natural con el balón —una herencia de su padre—, que el entrenador Bjorn Johansen lo convocó ese mismo año con miras al Mundial de Chile.
“A mi papá, a quien amo, le agradezco su apoyo incondicional y por ayudarme a cumplir mis sueños en el fútbol”,
expresa David. A su lado, Fernando recuerda su propia carrera con nostalgia:
“Fui jugador profesional. Debuté a los 17 años en Venezuela, la misma edad que tiene ahora David. A los 20 me fui al extranjero y comencé mi carrera en Europa y Asia, jugando para el Celtic en Escocia, Marítimo en Portugal y Crystal Palace en Inglaterra”.
Eventualmente se estableció en Noruega, donde jugó para seis clubes diferentes.
El tiempo parece detenerse cada vez que Fernando observa a David en la cancha, tocando el balón, como si fuera él quien estuviera jugando. Aunque David creció viendo a su padre entrenar, jugar y triunfar, siempre se sintió libre de elegir su propio camino en el deporte.
“Jugar al fútbol fue completamente mi decisión; nunca sentí ningún tipo de presión por parte de mis padres”,
afirma David.
“Cuando tenía 13 años me dijo: ‘Papá, quiero dedicarme a esto. Quiero ser profesional’. Su primer gol lo hizo a los siete, en un partido de fútbol cinco —me llenó de orgullo. Son muchos los recuerdos bonitos que uno guarda en el corazón”,
relata Fernando. No solo comparten rasgos físicos, sino también un mismo propósito que corre por sus venas.
En casa conviven dos culturas: dos mundos distintos bajo un mismo techo. Fernando, venezolano, creció en un país tropical de clima cálido, como la mayoría en América Latina. David, en cambio, se formó en un hogar hispano donde se hablaba español, pero en la escuela y con amigos se comunicaba en noruego e inglés.
Aunque las costumbres y tradiciones familiares difieren entre ambos países, las raíces latinas siempre se mantienen vivas en casa.
“En casa mantenemos un equilibrio. Les enseñamos nuestras raíces, los llevamos a Venezuela y les contamos cómo crecimos su madre y yo. También respetamos la cultura noruega, que es donde él y su hermano se están formando”,
explica Fernando.
David ama la nieve, que lo acompañó cada invierno de su infancia. Pero también ama la gente, la cultura y la gastronomía venezolana.
¿La pasión de David por el fútbol es resultado de lo que vio en su hogar junto a su padre? Quizás sí, en parte. Lo cierto es que quiere forjar su propio camino: sueña con jugar un Mundial absoluto y confía en que, dentro de diez años, estará entre los diez mejores futbolistas nominados al Balón de Oro.




