Por Tomás Rudich (dpa)
Río de Janeiro, 21 ago (dpa) – Brasil conquistó el ansiado primer oro olímpico de su historia en el fútbol al vencer a Alemania en una electrizante final de los Juegos de Río de Janeiro que se definió en los penales con un lanzamiento de Neymar, el gran héroe local.
El astro del Barcelona vivió su noche soñada el sábado en el Maracaná, donde convirtió primero un golazo de tiro libre y luego anotó el lanzamiento decisivo para darle a Brasil la victoria en los penales ante Alemania tras un electrizante 1-1 en 120 minutos de juego.
Por el lado de Alemania, la derrota impidió al juvenil equipo lograr el primer oro de su historia en el fútbol y añadir la corona olímpica a su título mundial. Tampoco pudo hacer doblete tras el oro de las mujeres el viernes. Sin embargo, demostró que cuenta con las bases como para mantenerse en la elite del fútbol por largo tiempo.
«Ha sido un buen partido de los dos, no fuimos superados por Brasil, aunque tampoco los superamos nosotros. Cuando un partido termina 1-1 en 120 minutos sólo queda felicitar al ganador», dijo Horst Hrubesch, el técnico de un equipo alemán sub 23 que no llevó a ninguna de sus estrellas como sí lo hizo Brasil.
Arrollidado en el césped, Neymar lloró como un niño una victoria que supo a enorme desahogo para Brasil. Su disparo, que posibilitó el 5-4 en los penales después de que Weverton tapara el lanzamiento de Nils Petersen, dio al pentacampeón del mundo el único título que faltaba en sus vitrinas.
Significó, además, un pequeño desquite de la tragedia que Brasil vivió en el Mundial que organizó hace dos años, cuando fue aplastado por 7-1 ante el mismo rival, aunque con protagonistas muy diferentes.
Ese detalle poco importó hoy a las 75.000 personas que, tras convertir al Maracaná en una olla a presión, pudieron por fin celebrar un gran trofeo en casa.
«Hablaron de nosotros y respondimos con fútbol. Es una de las cosas más felices que sucedieron en mi vida. ¿Qué se le va a hacer? Ahora me van a tener que tragar», dijo desafiante el héroe de la jornada a la TV Globo tras su coronación en Río 2016.
Cuestionado en su rol de capitán de la selección olímpica, Neymar anunció además que dejará la cinta. «Entrego la cinta de capitán. Ha sido un honor, pero a partir de ahora dejo de serlo. Tite (el técnico de la selección mayor) puede buscar a partir de ahora otro capitán», señaló a SporTV.
En una tarde que quedará en el recuerdo de la «torcida», Neymar abrió el marcador a los 26 minutos con un gran tiro libre y Maximilian Meyer igualó a los 59. La emoción se mantuvo hasta entrada la noche carioca y, pese a los fantasmas, todo terminó siendo alegría para los anfitriones.
El escenario no podía ser mejor para la final. Estadio Maracaná, dos gigantes del fútbol y en juego el oro olímpico, un título que faltaba en las vitrinas de ambos. Además, el recuerdo y el morbo aún fresco de la goleada del Mineirao.
Desde temprano, y pese a la tarde gris y lluviosa en Río, el templo del fútbol brasileño comenzó a ser inundando por una marea amarilla deseosa de ver sólo una cosa: a su equipo campeón. No había otro resultado posible.
Y el encuentro no defraudó. Brasileños y alemanes ofrecieron un partido emotivo, con dos equipos intentando adueñarse del balón y jugarlo siempre a ras del suelo.
Pese a su juventud, el conjunto dirigido por Hrubesch demostró, por si alguien tenía alguna duda, que no se iba a dejar intimidar por el escenario. El Maracaná rugía, pero los Sub 23 alemanes jugaban como si tuvieran varios Mundiales encima.
La primera ocasión de riesgo del encuentro fue para Alemania. A los diez minutos, Julian Brandt recibió en el borde del área y lanzó un disparo con la cara interna del pie que se estrelló en el travesaño.
El peligro hizo reaccionar al anfitrión, que empezó a mover la pelota y encontró un par de ocasiones de gol. Primero, un centro de Douglas Santos encontró a Luan, pero no alcanzó a conectar de lleno y su disparo fue desviado por la defensa alemana. Luego, un córner que tampoco logró impactar con precisión Renato Augusto y se fue desviado.
Poco a poco y empujado por el público, Brasil comenzó a hacerse dueño del balón y a arrinconar a Alemania. Además, a diferencia de aquel encuentro en Belo Horizonte, Brasil tenía esta vez a Neymar. Y el crack del Barcelona hizo notar la diferencia.
Movedizo, el ídolo brasileño generó una infracción fuera del área que él mismo se encargó de ejecutar. Las cámaras de los teléfonos se encendieron, el público empezó a corear su nombre y el atacante no
defraudó: lanzó un espectacular tiro libre que pegó en el travesaño y se metió en el arco de Timo Horn.
El Maracaná explotó. Y Neymar agitó los brazos, miró al cielo y se señaló a sí mismo a lo Cristiano Ronaldo. Iban 26 minutos, tiempo en el que Alemania le había marcado ya cuatro de sus siete goles en la semifinal del Mundial.
El estadio rugía, pero el gol pareció desatar a Alemania, que comenzó a presionar y poner en apuros a Brasil. Llegó así el segundo lanzamiento en el palo de Alemania, en una jugada de córner que Renato Augusto casi mete en contra.
Alemania le había robado definitivamente el balón a Brasil y llegó un nuevo travesaño de los germanos, el tercero de la primera etapa, tras un cabezazo de Sven Bender. Incrédulo, Hrubesch se agarraba la cabeza.
Con la ventaja, Brasil se replegó demasiado en el arranque de la segunda etapa. Y el partido se transformó en un monólogo de Alemania.
No sorprendió entonces que llegara el gol del empate. Tras una pésima salida de la zaga brasileña, Jeremy Tljian asistió a Meyer y el capitán definió a la red con un remate raso.
Iban 58 minutos y todo estaba más abierto que nunca. Brasil reaccionó y presionó en busca del triunfo, pero con más ímpetu que fútbol. Así llegaron el alargue y luego los penales, donde la fortuna esta vez estuvo del lado de Brasil, que terminó viviendo una fiesta inolvidable de la mano de Neymar.




