Queridas diputadas y queridos diputados:
Les hablo con el pulso acelerado, como quien narra el último suspiro de una final inolvidable. Traigo conmigo el eco de miles de voces —desde la cabina improvisada en un campo polvoriento, hasta el estudio de alta definición que ilumina los hogares— que hoy laten en un mismo compás de agradecimiento.
Ustedes han hecho posible que el 22 de febrero se consagre para siempre como el Día Nacional de la y el Periodista Deportivo. Con tal gesto han dado refugio legal y reconocimiento público a ese oficio que se alimenta de madrugadas frías, de viajes sin fin y de una fe inquebrantable en la magia del deporte. Más que una fecha, han encendido un faro: el faro que celebra a quienes convierten el crujido de un bat, el grito de gol o el vuelo de una mariposa en el agua, en relatos que levantan el ánimo de la Nación.
El periodista deportivo es guardían de la memoria emotiva del pueblo. Cuando teclea al borde de la medianoche o describe con la garganta rasgada una gesta imposible, rescata del olvido la dignidad de los barrios donde todo comenzó y siembra en los corazones la certeza de que la superación es posible. Es juglar de epopeyas contemporáneas: un obrero de la palabra que borda hazañas con hilo de sudor y esperanza.
Su labor legislativa —teñida de pluralidad, diálogo y visión de futuro— ha demostrado que en la épica deportiva cabemos todos: Morena, PAN, PRI, PRD, PT, PVEM y Movimiento Ciudadano. Hoy nos enseñan que, en medio del ruido cotidiano, es posible converger alrededor de los valores que nos elevan: la pasión, la disciplina, el juego limpio y la devoción por la verdad narrada.
Permítanme, entonces, reconocerles con la sinceridad que se reserva para los momentos irrepetibles:
• Gracias por legitimar a la crónica como patrimonio inmaterial de México.
• Gracias por honrar a quienes, con libreta o micrófono, se vuelven puente entre el esfuerzo del atleta y la emoción de la tribuna.
• Gracias por recordarnos que el periodismo deportivo no es eco de frivolidad, sino una ventana abierta a la salud, la convivencia y la identidad colectiva.
Sé que detrás de este dictamen hubo llamadas que desvelaron; hubo acuerdos que requirieron paciencia y generosidad; hubo voluntades que, pese a las diferencias ideológicas, coincidieron en el mismo anhelo de dignificar la palabra que acompaña al deporte. Esa travesía parlamentaria es, por sí misma, un triunfo que merece medalla de oro.
A nombre de la Federación Mexicana de Cronistas Deportivos, de las redacciones que palpitan al compás del silbatazo final, de las reporteras que corren la cancha bajo el sol abrazador y de la afición que encuentra inspiración en cada crónica, les entrego este abrazo hecho verbo. Su voto favorable no sólo corona años de gestiones; escribe un capítulo nuevo en la historia cultural de nuestro país.
Les invito a imaginar, conmigo, el próximo 22 de febrero: en cada radio encendida, en cada pantalla, en cada portal digital, se nombrará su gesta legislativa. Y al pronunciarla, una ola de gratitud recorrerá los estadios, las canchas de barrio y los gimnasios escolares. Porque —gracias a ustedes— quien narra un juego narrará también la certeza de que su vocación es respetada, protegida y celebrada.
Sigamos, hombro a hombro, impulsando mejores condiciones de trabajo, formación permanente y libertad plena para quienes relatan la épica deportiva. Hagamos que este día no sea puro símbolo, sino semilla de futuros más justos y luminosos.
Con admiración profunda y respeto sincero,
Lic. Evencio Flores Gutiérrez
En representación de la Federación Mexicana de Cronistas Deportivos
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